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Una luz en la crisis


El pasado 18 de agosto se concretó la revisión del Contrato Colectivo de Trabajo entre el Sindicato Nacional de Mineros y la empresa Arcelor Mittal, con la aprobación unánime de los trabajadores de la sección 271 en la planta industrial de Lázaro Cárdenas, Michoacán. Esta ha sido una de las negociaciones más difíciles y complicadas con esta corporación, que es el mayor productor privado de acero en el mundo.


Prácticamente tomó más de dos meses el análisis, la evaluación y las discusiones sobre la situación actual y el futuro de esa empresa multinacional. El asunto no era para menos, pues en ella laboran 3 mil 600 trabajadores sindicalizados y más de 3 mil empleados de confianza y contratistas, que a su vez tienen un impacto mayor en más de 50 mil personas que directa o indirectamente dependen de esta trascendente actividad básica de la industria, pues sin el acero no hay construcción o crecimiento de las manufacturas en ningún país del mundo.


Los resultados, pese a todas las dificultades, están a la vista. Los trabajadores obtuvieron un incremento global de sus ingresos de 14 por ciento, distribuidos entre 5.5 por ciento directo al salario y 8.5 por ciento en prestaciones, retroactivo al primero de mayo pasado. Es de reconocerse la madurez, responsabilidad, capacidad y visión con la que negoció el sindicato, así como la flexibilidad y una buena disposición de la empresa para evitar mayores conflictos y juntos elaborar un nuevo plan de productividad y eficiencia que permita superar el complicado entorno para la industria siderúrgica nacional e internacional.


Por primera vez en muchos años, desde que se inició el conflicto minero y el ataque cobarde al sindicato y a sus líderes, la Secretaría del Trabajo y Previsión Social actuó como observador y, en ciertos momentos, como conciliador.


Esta negociación, que algunos han tratado de atacar o demeritar, representa un avance muy importante y trascendente para mantener la perspectiva de un crecimiento futuro más estable si ambas partes, empresa y sindicato, cumplen los compromisos y obligaciones contraídos. Es verdaderamente una luz, una esperanza en medio de la crisis y la desconfianza, no sólo en la industria nacional, sino también a nivel político, económico y social de todo el país.


Conviene aclarar esta afirmación para aquellos que desconocen o ignoran lo que realmente está sucediendo en la actividad económica. Hoy, la industria en el mundo está pasando por una grave crisis derivada de la competencia desleal que está invadiendo los mercados con productos subsidiados y a precios bajos que libremente se importan, sin considerar a la industria siderúrgica nacional. Los beneficios han sido para la industria manufacturera y de transformación, que además pagan salarios muy bajos comparados con otras ramas industriales y otros mercados internacionales, particularmente la industria automotriz, de línea blanca y de otras actividades económicas. Por supuesto que los intermediarios y mercaderes que importan esos productos de acero a precios dumping, han estado obteniendo grandes utilidades a costa del resto del país.


Con la caída del precio del petróleo y de los energéticos, los ingresos se han disminuido para muchas empresas básicas de la industria, para el Estado mexicano, la clase trabajadora y un gran sector marginado de la economía. El tipo de cambio se ha devaluado gradualmente en contra de los mexicanos, las empresas anuncian recortes de gastos y de personal, que aumentan las tensiones sociales, pues además muchos programas sociales se estancan o se cancelan.


Por eso, encontrar una solución negociada en esas condiciones con una empresa como Arcelor Mittal, con respeto y dignidad para los trabajadores, sus familias y su organización sindical los mineros, es un logro grande, profundo y trascendente. Si eso sucediera en otras empresas, seguramente el panorama nacional estaría menos tenso y enrarecido. Simplemente hay que observar cómo negocian otras compañías de la siderurgia, la minería y otras ramas industriales para darse cuenta que la ambición, la codicia y la irresponsabilidad social de muchos, es lo que tanto daño ha causado a México. Sin duda, la corrupción y la explotación en empresas similares van de la mano en muchos casos, al grado que a nadie parece importar México ni el futuro de los mexicanos, sino sólo sus negocios y utilidades.


Una referencia más clara de lo que está sucediendo en el mundo del acero, en particular con esta compañía global, se puede apreciar en sus planes para reducir su producción en el mercado estadunidense, donde Arcelor Mittal decidió cerrar la planta de Alabama y otra más la mantiene en paro técnico, con un ofrecimiento de cero incremento de salarios y prestaciones para los trabajadores, con el fin de disminuir sus costos, además de cancelar los programas de seguros médicos y otros importantes beneficios para su personal.

Arcelor Mittal le está apostando a obtener mayor participación en la industria manufacturera y muy en especial en la automotriz, tanto en Norteamérica como en Europa, a través de invertir en aceros más ligeros y líneas galvanizadas. En Europa, sólo esta corporación ha cerrado nueve plantas, dada la caída en la actividad económica en este entorno y la fuerte competencia desleal de productos del acero de China. Sólo para comparar, Europa ya no es el mercado dominante del acero, pues ahora consume sólo 150 millones de toneladas al año, frente a 750 millones de China y 120 millones de Estados Unidos.


Por otra parte, Mittal ha decidido mantener las plantas que están únicamente cerca de las minas, muchas de las cuales han cerrado en Europa y Estados Unidos por la contaminación, los altos costos de producción y las fuentes de emisión de energía que dañan el medio ambiente. Esta empresa ha tenido fuertes discusiones y problemas con los políticos franceses y los líderes sindicales de Inglaterra y estadunidenses, al grado que el ex ministro de la Industria de Francia declaró que los Mittals no eran bienvenidos a Francia. Mientras tanto, los de la United Steelworkers han organizado una marcha contra esta empresa para el primero de septiembre en Pittsburg, Pensilvania, en protesta por las drásticas e injustas propuestas que ha venido formulando.


En estas condiciones, la positiva y constructiva revisión del Contrato Colectivo de Trabajo celebrada con el Sindicato Nacional de Mineros adquiere mayor relevancia y representa una nueva luz en la crisis.

http://www.jornada.unam.mx/2015/08/28/politica/020a1pol?partner=rss


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